Improvisación y ornamentación
Para improvisar y ornamentar hay que empezar por hacer, en una pieza que ya se domina, ejercicios sencillos que vayan creando un archivo de recursos que luego estarán disponibles al vuelo. El principiante se irá acostumbrando así a pensar y decidir mientras toca de manera fluida sobre un acompañamiento.
La mejor manera de incitar al alumno a tocar cosas que no están escritas es ofreciéndole una panoplia de ejemplos variados para que los repita y elija a su gusto y según sus posibilidades entre todos ellos. Después, hay que animarle a crear pequeños motivos proporcionados y ayudarle a encajarlos en el discurso. Si es necesario, se le aconsejará sobre dónde, cómo, cuándo y cuánto es conveniente poner.
El profesor también debe ornamentar, haciendo algo nuevo de vez en cuando en el acompañamiento, para provocar sorpresa en el principiante y hacer que se mantenga alerta, y como broma y guiño de complicidad al mismo tiempo. Esto le impulsará a atreverse a hacer lo mismo cuando se vea capacitado. Cuando veamos que los ejercicios de improvisación van funcionando podremos hacer otra sección completa con la misma secuencia armónica y la voz superior totalmente improvisada a partir de los elementos surgidos durante los ensayos.
He aquí unas cuantas sugerencias con las que empezar a jugar mientras se nos van ocurriendo otras posibilidades sobre la marcha.
• En las piezas que terminan en una nota larga o con calderón y mientras resuena el último acorde, el principiante puede tocar la nota final una o dos octavas más altas. Después, cualquier nota del acorde final y después la 6ª, 7ª o 9ª en la parte alta del teclado. También se podrán combinar en acordes y arpegios o salteadas. Más tarde, se podrán unir dos o más notas del acorde en escala con las intermedias como notas de paso. Podemos incluso introducir el glissando y los clusters.
• En las notas largas se puede hacer un semitrino lento con la nota superior o con la inferior.
• En las piezas en las que las dos manos tocan lo mismo, se pueden alternar de vez en cuando las notas de una mano y de la otra en vez de tocarlas simultáneamente buscando distintas sonoridades y creando un efecto de hoquetus.
• En aquellas piezas que lo permitan, ocasionalmente se podrán duplicar notas reduciendo la duración a la mitad, o cambiar valores iguales por otros desiguales, o imitar el ritmo que hace el profesor, o cualquier combinación rítmica de figuras, especialmente en la repetición de un motivo o sección.